martes, 27 de julio de 2010

Afición por los placeres refinados.


Llevo tiempo, demasiado tiempo, pensando que aventura, por insignificante que sea, debería contar, pero no se me ocurre nada. Puede que sea porque no retengo nada de lo que me pasa, o porque todo lo que me pasa últimamente esta relacionado con demasiado alcohol como para recordar al día siguiente lo que debería contar o como debería hacerlo.
Todas las tardes me pongo delante de mi blog y me digo deberías tener algo que contar, tu siempre tienes algo que contar. Pero no funciona, no desde que tengo un banner.
Creo que el banner hace que me sienta lo suficientemente satisfecho del blog como para no tener que escribir más. En serio, ahora el blog es tan extremadamente estético que el texto me parece secundario, aunque en el fondo sé que no es así.
Todas las tardes me pongo delante de mi blog, es cierto, pero no para escribir, sino para deleitarme una vez más, para vivir una experiencia estética. Que me suceda esto es totalmente normal, no porque yo sea un sibarita de esos, que en parte lo soy, sino porque el banner es un Mondrian, bueno, la imitación burda de uno.

Podéis pensar que soy un superficial, en cierto sentido es verdad, pero la cosa que más me agrada de tener un banner que imita un Mondrian, aparte de lo decorativo que pueden llegar a ser estos cuadros, es que creo que al artista le gustaría.
El neoplasticismo holandés, vanguardia a la que perteneció Mondrian, nació a finales de la primera guerra mundial, como respuesta estética a esta, y pretendía reconducir el camino hacia la armonía, hacia el orden. Para ello se valieron de un lenguaje objetivo, universal y atemporal, el de la abstracción pura y los colores primarios en el caso de Mondrian. Lo que el artista quería era mostrar al mundo la armonía que debía regirlo. Pretendía que el arte formará parte de la vida y fuese su guía, el encargado de ayudar a alcanzar el fin que proponía. Ahora, un simple banner ha hecho que un Mondrian deje de ser arte para inegrarse en la vida, en mi vida.
por eso, ente otras cosas, creo que me maravilla tanto mi blog, porque tengo un Mondrian, una obra que hace que todos los días, cuando abro mi blog, no quiera escribir en él, sino mirar complacientemente lo armónico que es, y sentir esa comodidad. Es muy reconfortante, en serio.

Si no hay entradas nuevas, os invito a mirar mi banner. Es sencillamente perfecto.

2 comentarios:

  1. :D

    la verdad es que queda hiper bonito e hiper estético.. podrías hacer infinitas imitaciones burdas y actualizar con eso. yo te enseño. porque nene.. que yo entro y me deleito también, pero la gente se aburre pronto. ¿por qué? porque la gente, así en general, es casi tan superficial como nosotros..

    vente ya a mi casa!

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  2. Johnny Boy nunca dejas de sorprender... y tienes toda la razón, tu banner es genial!

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